El proyecto de nuestro despacho fue creado a mediados de 2010. El 8 de agosto de ese mismo año abrimos las puertas y aquí seguimos, con el férreo deseo de mejorar sin cesar. Siempre fue, como se nos dijo en varias ocasiones, un proyecto arriesgado y ambicioso, pero es que no podía ser de otra manera.
Para nosotras es imprescindible que el motor de nuestro trabajo sea la ética. Ni la mejor, ni la peor; la nuestra.
Decidimos emprender un despacho jurídico donde los problemas de los clientes importaran. Asimismo, ampliamos el negocio con una línea destinada a la Administración de Comunidades, porque vimos que nuestra intervención podía facilitar el día a día a los/as vecinos/as.
Para nosotras era importante defender al más oprimido en la sociedad. No nos importaban ni el género, ni la raza/etnia, ni la orientación sexual, ni la clase social, ni la especie… puede parecer obvio lo que aquí comentamos pero no lo es, aun en pleno siglo XXI.
¿En qué se traduce todo esto? Pues en priorizar lo que consideramos justo por encima de todo lo demás, siempre buscando la forma de que la ley proteja los intereses de aquellos que ven sus derechos vulnerados.
En la actualidad seguimos aquí, trabajando para aquellos que creemos que más lo merecen y necesitan, ofreciendo como abogadas descuentos a las asociaciones y a las fundaciones que persiguen fines que ensalzamos y administrando comunidades de forma personal las 24 horas del día y los 7 días de la semana.
Queremos que este despacho mejore tu vida así como la nuestra propia.